Por Alejandro Sebastiani Verlezza
1919
20 de octubre. Nace en Atarigua (estado Lara), ciudad que siempre frecuentó. Sus inquietudes por las Letras comienzan a través de lecturas en misales. Posteriormente publicaría en periódicos y revistas. Su terruño natal quedaría sepultado bajo las aguas de la Represa Cuatricentenaria. De esta manera el poeta, desde la inevitable nostalgia por su tierra natal, idea la metáfora de la Aldea Sumergida. Están registradas crónicas y poemas sobre Atarigua, que aún permanecen inéditos.
1930
Traba amistad con el guitarrista venezolano Alirio Díaz. Se conocen en Carora. Ambos visitaban a Cecilio Zubillaga Perera: hombre de izquierda que les dio a ambos sus primeras lecciones sobre ideología política y literatura.
1930-40
Vive entre Barquisimeto y Carora. Conoce a Alí Lameda, fundó, junto a Antonio Crespo Meléndez, varias revistas y papeles culturales. Tiene una gran actividad intelectual, pero no documentada, pueden que en el Diario de Carora.
Conoce a Marco Aurelio Rojas en 1934.
1942
Publica su primera obra literaria, Archipiélago Doliente (poesía).
Publicaciones de la Asociación Cultural “Mosquera Suárez”.
Barquisimeto-Venezuela.
Número 2, Editorial Elite, Caracas, 1942. (Imprenta).
Prólogo y presentación de Hermann Garmendia.
1947
Se casa con Narcisa Emán.
1948, 78
(Precisar, no llega a los treinta años)
Elisio Jiménez Sierra se traslada hacia Caracas. Nacen todos sus hijos, excepto María Auxiliadora, que nace en Caraballeda, y Elisa Elena, que nace en San Felipe (Yaracuy).
1949
(Mes de Julio, sin fecha precisada)
Publica una nota crítica, en El Heraldo, titulada La Hoz en el Campo Ajeno, Cervantes, firmada con el seudónimo Ennio de la Sierra. Comenta un volumen editado por la entonces Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central de Venezuela, titulado Cervantes, a propósito del cuarto centenario de nacimiento del autor de El Quijote.
La referida obra -comenta de manera rigurosa Jiménez Sierra- contiene ensayos cervantinos de Rafael Pizani, Pi Suñuer, Rosenblat, García Bacca, Miguel Otero Silva y de algunos otros buenos escritores europeos y americanos. Cada uno de por sí estudia una fase distinta de la personalidad del héroe manchego y de su creador, bien que aportando muy escasos elementos de originalidad dentro del género respectivo.
Seguidamente, el poeta muestra su descontento con la obra como tal, además de su actitud crítica hacia los comentarios hechos hacia Cervantes en diversos estudios. “Se ha hablado tan copiosa y abigarradamente de la locura, de la época, del humorismo, de la hidalguía, del platonismo, y aun de la patología del Quijote, que ya el lector instruído (dixit) se acerca con desgano, y las más veces con indiferencia a esa clase de trabajos sobre el célebre amante de Dulcinea (…)”.
No obstante, saluda los trabajos de Ángel Rosenblat, Edoardo Crema y Miguel Otero Silva (“[…] es ágil y agradable; la conjunción del periodista y del poeta”). Y para muestra de la exigencia que el bardo larense sostuvo con la lengua y su relación con las palabras, cabe citar el comentario al prólogo del volumen: “El prólogo de José Fabiani Ruiz es breve y sesudo, aunque, si va a decir verdad, no satisface mucho la frase: ‘frente a las circunstancias por las cuales atraviesa hoy el mundo’. El verbo atravesar es un tanto atravesadizo en castellano: a los manes de Cervantes les hubiera regocijado ver empleado el verbo alcanzar en análogo sentido”.
1950
Publica Sonata de los sueños (poesía).
Editora: Ávila Gráfica Venezuela.
Prólogo de José Parra
Nace Gabriel Jiménez Emán.
17 de agosto de 1950. Recital en la Casa de Lara.
1952
Pálmenez Yarza publica en la Revista Nacional de Cultura -número noventa y cuatro, número correspondiente a los meses de septiembre y octubre de 1952- un vasto perfil titulado “El poeta Jiménez Sierra”, que ofrece rasgos profundos y relevantes sobre su poesía y su ser. Habla Yarza de un poeta maduro que fusiona armónicamente lo lugareño con lo universal.
“De maciza construcción este poeta, como los viejos pueblos amazónicos; cetrino, mate, aceitunado de fuera y de dentro, como el indio gayón de sus planuras, y también con un dejo triste en el melancólico mirar y un hondo recato en sus maneras taciturnas (…) En los socavones espirituales del poeta, lo indio viene a ser resonancia de lo fauno y lo silvano. Un gesto de prevenida defensa propio de la ‘sensitiva’ que los psicólogos asignan al alma aborigen, nos contiene desde el marco lunario de su semblante cuando echamos sobre él nuestra primera ojeada.”
Y más adelante argumenta:
“(…) movido de su intuición y su sentimiento de unión con la vida universal, este poeta ha sabido siempre buscar y encontrar lo medular y eterno, aquella sabiduría que no muere, ni pertenece a pueblo alguno ni a época alguna, un a maestreo ni filósofo alguno, por cuanto en sus principios, y así lo asienta la psicología moderna, es innata en el corazón del hombre. Su cultura, pues, es universal y tradicional, y segura y profundamente clásica, como existe en muy contados hombres y mujeres de esta época en nuestro mundo literario. Es una cultura bebida a través de varias lenguajes diversas de la suya nativa, en donde esmaltan sus joyeles el griego y el latín y el más primitivo y grave castellano”.
Pero al mismo tiempo aclara:
“Y no es que desconozca a los autores modernos, en los cuales por cierto ha profundizado seriamente, sino que su delectación se cifra en bañarse en la sabiduría inmutable, ya pasada por la prueba del fuego de los tiempos (…) su conocimiento íntimo de las cosas en sí le viene por observación directa, por introyección emocional de la naturaleza, por contemplación del lenguaje cifrado de las cosas, y no por una fingida succión de la esencia de los libros (…) es rico en conocimientos de la fauna, la flora, y el mundo mineral, de las gentes y de las costumbres, de los genios y las condiciones, ha sido un curioso inquiridor de las artes y las letras de todos los ámbitos humanos e históricos o contemporáneos”.
Yarza proporciona una importante visión de la esencia poética de Jiménez Sierra:
“Su obra tiene un rarísimo valor psicológico, pro estar nutrida de los mitos primarios capitales, y por estar animada de la angustia mantenida en el fuego de los grandes problemas de la humanidad. Metafísica y forma, vivencia consciente de los mitos, le aseguran una experiencia quizá mística que muy pocos suelen sentir en estas tierras, y la seguridad de una expansión nada común de la consciencia. Elisio puede vivir de una vez en varios mundos, y así extraer materiales e ideas que al ente común le serían inasibles e intangibles”.
1954
Publica El peregrino de la nave anclada (poesía).
Colección Lírica Hispana (Conie Lobell y Jean Aristiguieta). Revisar gramática.
Prólogos de Conie Lobell y Jean Aristiguieta.
1958
Ediciones del Estado Trujillo publica una selección poética de Victor Racamonde, elaborada por Jorge Schimdke. En dicho cuaderno Elisio Jiménez Sierra hace un estudio sobre el poeta en once páginas (1957), denominado La poesía de Víctor Racamonde, el cual está dividido de la siguiente manera: “Su dominio del lenguaje poético”, “La primavera”, “Facetas Generales”, y “La ‘Carta Lírica’ y la muerte de Racamonde”.
Jiménez Sierra, dibuja a Racamonde de la siguiente manera:
“Es uno de los más hábiles rimadores de que se tenga noticia en Venezuela. Su dominio del lenguaje poético sobrepasó al de todos sus compañeros de generación. Para encontrarle un émulo, habrá que esperar hasta 1909, fecha en que aparecieron editados por la empresa El Cojo los “Sones y Canciones” de Alfredo Arvelo Larriva. Cada uno en su género, estos dos grandes poetas jugaban, por así decirlo, con el instrumento métrico”.
En “Facetas Generales”, continúa construyendo el perfil literario del poeta:
“Se mantuvo, reacio, casi inmune, a todo influjo extraño, aun al de Hugo y al de Bécquer, de los cuales no acertó a librarse ni siquiera Pérez Bonalde, temperamento más hiperbóreo que latino”:
Sin embargo, no vacila por instantes en criticarlo:
“Aunque sádico y hasta espúreo en sus vicios y pasiones, nunca deja escapar de su instrumento una nota reveladora de torpeza”.
1962-63-64
Fue juez de Caraballeda (…)
1965
Se traslada hacia San Felipe.
Publica Psicografía del Padre Borges. (Ensayo)
El libro es terminado, es escrito de octubre de 1961 a mayo de 1962.
Editado en la Imprenta del estado Yaracauy
(¿Edición del autor?)
1975
Publica Los puertos de la última bohemia.
Edición incluye también la obra El peregrino de la nave anclada (1954).
Edición del autor.
Plumilla de Ennio Jiménez Emán.
Prólogo de Rafael Zárraga.
1977
Publica La Venus venezolana (María Lionza), ensayo novelado.
1979
Publica Los trofeos, traducción de versos del poeta José María de Heredia.
La obra fue elogiada por Octavio Paz. En carta al poeta catalán Pere Gimferrer escribe:
“Hace unos años recibí una traducción de cincuenta y pico de sonetos de Los trofeos hecha por Eliseo (sic) Jiménez Sierra. No lo conozco pero después de leer su traducción lo estimo. Es una traducción excelente, rimada y en rotundos alejandrinos que revelan a un aventajado discípulo de Darío. Un modernista en la mitad del siglo, ¿no es extraño? Nada sé de Jiménez Sierra excepto que el prólogo a su traducción está fechado en 1957. Él me la envió en 1980”.
Memorias y Palabras, Seix Barral, Barcelona (1999).
Nota: no confundir a José María de Heredia con José María Heredia. El primero (1842-1905) , autor de Los Trofeos, nació en Cuba, vivió toda su vida en Francia y escribió su obra en francés. El segundo, José María Heredia, llamado “el poeta nacional” de Cuba, vivió en Caracas, donde curso estudios de Gramática Latina. Murió en 1839 y es autor de Himno del desterrado (1825) y la tragedia Sila (1825), entre otras obras.
1980
Nota del poeta, clasificada en los archivos de la Fundación Elisio Jiménez Sierra:
Testamento
Dejo a la buena voluntad y clara inteligencia de mis hijos Gabriel, Ennio, Israel, Josefina, María y Elisa, la publicación de estos escritos, que será sin duda póstuma.
Elisio Jiménez Sierra
Agosto, 1980
1988
Luis Pastori publica la antología Los Poetas de 1942. Se citan tres textos de Elisio Jiménez Sierra. “Elegía de los árboles místicos” y “Tres viñetas al perfil de D`Annunzio”.
1990
Uno de sus hijos, Gabriel Jiménez Emán, por su cumpleaños número setenta, hace una selección de sus textos bajo el título de Poemas. La edición corre por cuenta de la Asociación de escritores venezolanos. En el prólogo, Luis Pastori escribe:
“Soy copartícipe de lo que dice Rafael Zárraga en el proemio a Los puertos de la última bohemia:”Trasnochar con Elisio como lo he hecho yo tantas veces lo acerca a uno a la gran poesía de los bares y lupanares. Refugios penumbrosos y sonoros donde podrían convivir a un mismo tiempo la alegría y la tristeza en torno a una mesa sin que nadie pregunte a nadie el porqué de esa copa”.
Elisio Jiménez Sierra hace dos viajes, junto con Alirio días y Gabriel Jiménez Emán. Primero hacia Roma, luego hacia Grecia. En dicho país, Elisio leyó sus poemas, Gabriel sus relatos breves, y Alirio Díaz interpretó canciones con su guitarra. El poeta Elisio Jiménez Sierra comparaba el paisaje del Peloponeso con el larense, por lo árido, y por la presencia del calor, de cardonas y tunas, en palabras de su hijo, quien en el presente año se encarga de hacerle a su padre una selección de sus textos, titulada Poemas (01942-1985), con prólogo de Luis Pastori. La edición corre por cuenta de la Federación de Asociaciones de Escritores de Venezuela y el Ateneo de Barquisimeto.
En la solapa del libro se leen comentarios sobre el poeta dignos de citar:
“…Me han gustado las poesías del vate venezolano Elisio Jiménez Sierra y creo que su librito Los puertos de la última bohemia representa en la lírica latinoamericana de hoy un momento de poesía auténtica y sincera, en medio de tantos falsos experimentadores y ‘vivos’ que creen que la poesía no es otra cosa sino chiste y cartel, propaganda y palabras sin contenido”
Stefan Baciu
“Sé que por allá anda con ustedes Elisio Jiménez Sierra, ese manojo de sensibilidad que escribe con sangre del corazón, en este tiempo feo y chato de la historia, en que los artistas escriben con las sustancias pegajosas de la cabeza”.
Cecilio Zubillaga Perera
“Este poeta, adorador de momias quiméricas y en ruina, es un extraordinario, un exquisito personero de la nostalgia”
Andrés Eloy Blanco.
“Elisio Jiménez Sierra es un profesional del aislamiento. Tiene el orgullo de su origen indio, del cual le venga acaso ese invencible sabor de lágrima que aflora en sus poemas. Cree en el pesimismo como fuerza estimuladora del arte. Casi desdeñoso de los metros menores, al vaciar sus impresiones concede preferencia a la majestad del endecasílabo o el alejandrino, quizás por considerar a estas medidas más propicias a los solemnes acentos. La noción del Más Allá, lograda a través de esta videncia que pareciera vibrar en el destino de los grandes sensitivos, lo inquieta y lo roza con su ala de misterio”.
José Parra.
1992
En el mes de octubre el poeta Rafael Garrido le hace una entrevista, publicada en el número 19-20 de La oruga luminosa, revista de Arte y Literatura. La publicación fue editada en San Felipe, estado Yaracuy. Se trata de un diálogo profundo, en el que el poeta tocó temas religiosos y contó una interesante anécdota sobre Gabrielle D`Annunzio que gira en torno a los errores de edición, tema importante para un hombre tan meticuloso como Jiménez Sierra en ese aspecto.
“…Gabrielle D`Annunzio sentía una especie de terror rayano en lo morboso. En cierta ocasión el guerrero y poeta puso de patitas en la calle a uno de sus secretarios, que a la vez era también su corrector de pruebas en las imprentas de Roma, por haber dejado el pobre escapar de uno de sus barrocos libros de prosa, uno o dos gazapos garrafales”.
A la vez, al final de la entrevista, se citan tres poemas inéditos. El primero de ellos no está identificado, los siguientes se titulan “Quasimodo de Aldea” y “El sapo iluminado”.
Se publica la Antología de los poetas del cuarenta. El encargado de la edición, José Antonio Escalona-Escalona, además de incluirse a sí mismo en el volumen, recoge textos de Pálmenez Yarza, Miguel Ramón Utrera, Ana Enriqueta Terán, Luis Pastori, Aquiles Nazoa, Juan Liscano, Alí Lameda, Luis Beltrán Guerrero, Rafael Clemente Arráiz, Jean Aristiguieta y Elisio Jiménez Sierra, entre otros. Del bardo larense se citan los poemas “Dimensión de la rosa”, “Sombras de barro” y “Todo no era”.
1993
Gabriel Jiménez Emán le dedica un poema.
El Banquete del tiempo
A Elisio Jiménez Sierra
El tiempo, que todo lo borra.
El tiempo, que pasa frotando su mano sudorosa en los poros abiertos del día
Deja caer su humedad en los músculos trémulos del calendario
Pasa planeando en forma de avión encima de los retoños que nacen cada día sobre la tierra
Los vigila y ve con su ojo único que no parpadea
El tiempo que apenas se detiene en las puertas de viejos edificios para soplarlas
Y preguntar por familiares idos
El tiempo hinchado de su propia soberbia caza iguanas en los desiertos patos en los lagos conejos en los bosques
Y antes de devorar a los pobres animales que construyen la tierra los perdona por un día más
Va anotando en su arrugada libreta los suspiros de los amantes
Para convertirlos luego en bostezos
Los contabiliza como días o años y entonces se detiene un instante
En el rostro de los ancianos para acariciar sus arrugas
El tiempo pasa su lengua salada sobre las costillas del mar
Pudre el tronco padre de los árboles el hígado el corazón los pulmones
Sólo el cerebro se salva es el único que puede sobrevivir al horrible asalto de sus uñas
El tiempo que se derrama como una inmensa ola de vacío sobre el espacio
Y cubre el todo con la nada llena de todas las nadas
Sólo hay un hueco profundo que cae en otro y no permite más interrupciones
El tiempo entonces inocula células mortales en la espalda de la vida
Y ella responde con un grito seco que se oye en el confín de la noche
Allá donde el mar disuelve ese sonido en sus olas y murmura algo
En el oído de los marineros cuando pescan en alta mar de madrugada
El tiempo más veloz que la luz y que el cuadrado de la luz multiplicado
Por la masa de la luz podría caber en la cabeza de un alfiler
Que desplaza su energía hacia los cuatro puntos cardinales hacia el cubo de las cuatro estaciones
Te hace ganar y perder Cuenta tus pasos en la calle
Con la tenues agujas del reloj
Miras tu muñeca en tu migaja de cotidianidad para comprobar que lo tienes
Pero es sólo una ilusión
Es sólo un espejismo de tu propio sueño
Que te persigue en el día e intenta recobrar tus ojos
El tiempo líquido que se esparce en las persianas de los dormitorios
El tiempo gaseoso que deja su olor de pétalos podridos en las despedidas
El tiempo mineral que te asalta a la salida de los cines
En donde has intentado matarlo en la infancia
Luego ya hombre en los libros y las mujeres
Y en las interminables bocanadas de humo de tabaco que has aspirado en las fiestas
Y en los tragos de alcohol que te acercan cada día a la locura
Pero no puedes no puedes
El tiempo se mete en tu cama para hacerte su hipócrita compañía
Y apenas logras deshacerte de él durante el espejismo del sueño
Le sacas le empujas le llevas hasta la puerta y lo pateas muy lejos
Y el regresa en forma de sobre de correos deslizándose bajo la puerta
Te sube por los zapatos te lame el tobillo y te da un coscorrón
Para que despiertes de la modorra del espacio
Mantiene una sucia pelea con la eternidad donde luego después terminan abrazados
Y la eternidad llora como una muchacha desengañada cuando lo ve alejarse
Detrás de las nubes del horizonte
Más tarde se vuelve un gas para corporizarse en forma de mujer
Que te invita a que le invites una cena
Aceptas finalmente la invitación y te sientas a la mesa a compartir el banquete
Ves cómo caen los días convertidos en migajas desde el borde de la mesa
Y no puedes contener tu lágrima miserable
Haces la triste sobremesa
Hasta puedes oír un valse de Chopin
Y luego duermes
Duermes para recuperarte del embotamiento de la vigilia
Y los sueños te otorgan esa mínima recompensa
De interpretar algo intraducible
La intuición te conduce por los laberintos de las imágenes
Hasta demostrarte que tu inteligencia no sirve para mucho
Excepto para una cosa: para matar el tiempo
Matarlo olvidar que existe que está ahí
Con su boca presta a lamer el resto de paz que aún te queda
Te llama por teléfono a diario para cobrarte tu cuota de deber
De hacer algo que permanezca para que él te justifique
Para que tu memoria no quede sepultada en el tedio de la eternidad
Tarde o temprano se va a hacer tarde
Temprano o tarde se va hacer demasiado temprano
Temprano o tarde va a ser tarde para llegar a la hora justa
He ahí el dilema
Mientras tanto los aviones se mueven en los hangares como moscas en la mesa del banquete
Los barcos en las bahías parecen cruces en el camposanto
Los automóviles cápsulas ingeridas por los barrancos
Vayas o no tú en ellos da lo mismo
Has ido y has venido y has aguardado ese instante
En que la amada te abría los brazos como una aurora
Y has visto en los ojos de la hija un resplandor rubio
Que te habla del fragante sueño de la juventud
O bien tu madre te despedía con sus ojos casi ciegos
Y te decía hijo mío aprovecha bien el tiempo
Tu madre tu mujer tu hija y tú mismo que eres tu propio padre y tu propio hermano
Son parte de este gran banquete al que asistimos desde siempre
Sin haber sido invitados
1994
Publica De la horca a la taberna. Turbia obra y clara vida de Villon (Ensayo novelado)
Ediciones La Oruga Luminosa, Colección El paso de la Danta.
1995
Muere en San Felipe.
Su familia crea la fundación Elisio Jiménez Sierra. Sus hijos, María Auxiliadora de Rodríguez, Israel, Elisa Elena, Gabriel y Ennio Jiménez Emán, se encargan de su dirección. La fundación fue creada con el objeto de promover y editar el pensamiento y la obra literaria que el poeta dejó inédita, así como de sostener iniciativas de índole cultural, social y artística, según se lee en un tríptico de la Fundación.
El poeta y profesor de la Universidad de los Andes, Gabriel Mantilla Chaparro, en su libro inédito Vivir a pulso, dedica un ensayo al vate larense, “Elisio Jiménez Sierra: la palabra y lo vivido”, donde hace una interpretación a partir de Poemas.
“…Flota en un halo de permanente nostalgia por el pasado vivido ardientemente, evaporándose entre una bruma de descomposición en la memoria, que preanuncia la muerte por olvido que fuera consigna de un escritor como Hernando Track. La noche, la soledad, el delirio nostálgico, el hondo registro anímico, la lucha entre el tiempo y la memoria, entre el tiempo y el deseo, la sofocante bohemia, se agigantan como temas persistentes al descansar sobre la sólida plataforma de un lenguaje contenido y preciso (…) Hay en estos poemas una avasallante temperatura poética que sólo podemos sentir ante los grandes creadores como Ramos Sucre, Gerbasi, Palomares, etc (…) Se acercan aquí el mundo objetivo y el mundo subjetivo, lo exteriorizado y lo formal con una limpidez expresiva que sólo puede sembrarse en una obra cuando se ha alcanzado el equilibrio magistral entre la palabra y lo vivido”.
Se publica en Imaginaria, revista de lo inquietante y fantástico, “De la jungla al desierto, tres apuntes sobre la pintura de Max Ernst. Dicho ensayo también es recogido en Estudios grecolatinos y otros ensayos literarios. En torno al pintor surrealista, Jiménez Sierra escribe:
“…quiso dar a Lovecraft y a los escritores surrealistas un modelo de ciudad onírica donde poder situar los monstruos de los mitos de Cthulhu (…) sin duda el más impresionante de los cuadros de Max Ernst es el titulado Napoleón en el desierto. Mirando el horrible fantasma de aquel hombre que casi llegó a tocar el vértice de la inmortalidad en el vértigo de la fama, provoca exclamar en revancha a las ofensas que tal emperador infirió a los sabios y poetas: ‘Desde la harapienta ruina de esa momia, apenas doscientos años os contemplan”.
En la misma edición el poeta Luis Alberto Crespo escribe “La noche de Elisio Jiménez Sierra”, texto entre lo ensayístico y lo poético donde habla de hace referencia de la amistad del poeta con Antonio Crespo Meléndez:
“Mi padre, Antonio Crespo Meléndez, se iluminaba invocando a sus amigos de francachelas y lecturas. ‘Elisio’, le decía y lo imaginaba de nuevo en cuartos de pensiones, en bares de pueblo y caminos, en burdeles y demás altares del deseo, a los que transfiguraba adornando lo real con imágenes y metáforas de la más alta orfebrería lírica, que daban resonancia a su sentimiento”.
1996
Gabriel Jiménez Emán publica un artículo de opinión dedicado a su padre en El Universal. El mismo texto aparece en el semanario La Razón. Se titula “Elisio”:
“Desde su nombre, que suena a Campo Elíseo o a viento alisio, es una mezcla de los dos, inventada por su padre Pompilio Jiménez Lara (…) Fuimos amigos: hablamos y nos tratamos siempre como tales. Por que en eso de la amistad sí fue Elisio verdaderamente especial: por todas partes por donde pasaba dejaba una huella de afecto. Conocía a fondo el alma de la gente sencilla, con quien gustaba compartir. Subía a los cielos o descendía a los infiernos, pero luego siempre resucitaba para venir a su casa, donde le esperaban su familia, sus libros, sus sueños”.
El Universal, 14 de noviembre de 1996.
1997
Ediciones Imaginaria publica póstumamente Viajes con Lovecraft a la ciudad del sol poniente, en su colección La llave de plata.
La revista Principia, editada en la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado, en su edición del mes de noviembre (número 7), publica un ensayo de Lubio Cardoso titulado “Poesía y poetas de la generación del 40”. Además de citar un poema extraído de Archipiélago doliente, “La isla de la bruma”, hace un importante comentario sobre Jiménez Sierra:
“Revela múltiples aspectos artísticos y semánticos dignos de destacarse para apreciar a cabalidad la enorme fuerza calológica de su obra…la riqueza de conocimiento de cultura literaria desde la latinoamericana caribeña hasta la mediterránea, desde las mitologías nórdicas hasta las semítica. Tal experiencia se disfruta, pues, intelectualmente, cuando se transitan los versos de Jiménez Sierra (…) en toda su lírica el ritmo va más allá de lo significante para ser vehículo de significado (…) no traduce su pasado biografía sino poesía (…) Encarna, pues, la contemplación de su pretérito una poiesis.
1998
Se publica el poemario Cantos a vuelo de pájaros, el Fondo Editorial Río Cenizo. Cabe acotar que el poemario fue escrito en 1990. En su contratapa, Tito Nuñez Silva, amigo del poeta, hace un breve comentario: “(…) El autor recrea la infancia desde la fiesta cotidiana de la flora y fauna típicas de un paisaje agreste y solar (…) Los textos, límpidos y rimados en magistral armonía, reencuentran a Jiménez Sierra con el fervor religioso del pequeño pueblo natal, y reafirman su fe cristiana, siempre presente en su obra poética, como en ‘Archipiélago doliente’ y ‘Sonata de los sueños’, y hasta en su exquisito y mundano ‘Puertos de la última bohemia”.
2000
Monte Ávila Editores publica Ensayos sobre Dante y Petrarca.
La revista Principia, editada en la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado, en su edición del mes de abril (número 13), publica una breve selección poética de Jiménez Sierra compuesta por “El farol de las carretas”, “El bar donde tú cantas y sonríes” y “Lo que me preguntó la Guaira vieja”.
2004
Elisio Jiménez Sierra es incluido en la antología Viaje por la poesía venezolana y el orbitar universal, de Antonio Pérez Carmona. Tomo I, página 372. La edición del tomo corre por cuenta del Consejo Nacional de la Cultura (Conac).
“Antes de emprender la ruta de los suelos gimientes de sed, que le han ganado, con la germinación de sus frutos, el combate al sol, para llegarnos hasta el lago de los cines de Yepes, el viento furioso de una comarca llamada Atarigua por poco no nos envió a las aguas del terrorífico Aqueronte, acusándonos de haber dejado en su soledad a su cantor perenne, Elisio Jiménez Sierra. Iracundo, el hijo del dios Eolo, dijo: “Pregonad ante el mundo que El peregrino de la nave anclada, en este Archipiélago doliente, con Los puertos de la última bohemia, nos entregó a los larense, la maravillosa Sonata de los sueños”, nos dice al antólogo.
Y cita un hermoso, pero al mismo tiempo escalofriante, poema de Jiménez Sierra, “Los habitantes de la nada”, perteneciente al poemario Archipiélago doliente.
Lamen la soledad y arañan el olvido2005
Cargan sobre los hombros
el peso de las noches que es un peso sombrío.
Pero de los portones de angustia de la Nada,
Peso de las cadenas de llanto de los siglos.
Lamen la soledad y arañan el olvido.
Ellos son los que siembran las flores en las ruinas.
Ellos son los que cubren de compasiva tierra
los huesos de animales que andan sin sepultura
por los viejos caminos.
Los que mascan tinieblas
y chapotean mutismos.
Los que confundimos con las piedras
y con el infinito.
Rumian en la soledad y arañan el olvido.
Las buceantes raíces de los árboles
son las prolongaciones de sus dedos esquivos:
dedos acostumbrados a acariciar a la Muerte
y a pulsar las profundas guitarras del abismo.
En sus frentes se sienta de noche la tristeza
a comerse su humana merienda de destinos.
Y ellos oyen el ruido de esa boca implacable
como oyeron un día
agonizar sus pobres corazones efímeros.
Lamen la soledad y arañan el olvido
visten de telarañas
la desnudez oscura de sus ojos vacíos.
Se alimentan de negro
y beben el silencio doliente de las tardes
coronadas de olivos.
Y pasan enarcados al paso de las noches
mascando las cadenas de llanto de los siglos…
Los muertos son instantes
que se nos han perdido.
¡Instantes confundidos con las piedras
y con lo infinito…!
En las instalaciones del Museo Carmelo Fernández, ubicado en San Felipe, estado Yaracuy, se hizo un homenaje póstumo al poeta Elisio Jiménez Sierra. El evento contó con la presencia de Rafael Cadenas, Tito Nuñez Silva, Orlando Pinchardo, Manuel Barreto, Dixon Rojas, Freddy Castillo Castellanos, Lázaro Álvarez, Julián Márquez, José Luis Ochoa, Gabriel Mantilla Chaparro, Eloi Yague, Laura Antillano, Adriano González León, Gabriel y Ennio Jiménez Emán. El guitarrista Alirio Díaz, amigo del poeta, ofreció un recital en su honor.
En el marco del homenaje Ediciones Imaginaria, en conjunto con la Fundación Elisio Jiménez Sierra presentó, en su colección La llave de plata el tomo Estudios grecolatinos y otros ensayos literarios, con selección de Ennio Jiménez Emán. Prólogo y edición al cuidado de Gabriel Jiménez Emán.
“Resulta conmovedor y a la vez revelador observar cómo la vida de un hombre puede estar tan hilvanada a una pasión por la letra, por el idioma y las lenguas, por la literatura y el pensamiento; mucho más si esa pasión se produce en condiciones culturales precarias”, nos cuenta Gabriel Jiménez Emán en el prólogo del libro, “en el entorno agreste de una aldea del estado Lara llamada Atarigua, donde una iglesia, una plaza, unas cuantas calles terrosas que daban unas a un río, otras a precipicios y otras a ninguna parte, pudieron engendrar prodigios de inspiración aun niño que, con humildes ropas y ojos asombrados, supo ver en la naturaleza que le rodeaba suficientes signos para convertir sus vivencias en una admirable experiencia interior”.
El autor de la cronología realizó una reseña del evento. Ver El Universal, sección Tiempo Libre. Confluencia de un poeta larense. Miércoles 16 de noviembre de 2005.
También publica una entrevista, en El Universal, con Gabriel Jiménez Emán. En torno a su padre, y al preguntársele al narrador sobre la influencia que ejerció sobre el narrador comenta: “Nunca nos obligó a leer ni nos dijo que era importante; eso sí, ponía libros por todas partes, regados por la casa. Fue un consejero, un estímulo por su sabiduría. Pero los hijos queremos diferenciarnos de nuestros padres. Fui enriqueciendo mi experiencia para no quedarme solamente con el paradigma de Elisio, aunque siempre lo admiré y lo quise: lo hubiese admirado igual aunque no hubiese sido mi padre”.
Ver El Universal, sección Tiempo Libre. “Los autores deben valorarse”. Jueves 3 de noviembre de 2005.
2006
Por publicar tres libros en uno:
El anillo simbólico, traducciones de poesía.
La aldea sumergida, evocaciones de su lar.
Recopilación de ponencias durante el homenaje al poeta.
Es incluido en Quiénes escriben en Venezuela, diccionario de escritores venezolanos (siglos XVIII al XXI), en el tomo I. Página 397. Editado en el año 2006. Autores: Rafael Ángel Rivas Dugarte y Gladys García Riera. Se incluye una breve nota biográfica y bibliográfica.